Corea del Norte: Un Viaje a las Costumbres y Tradiciones de un País Aislado

Corea del Norte, oficialmente la República Popular Democrática de Corea, es quizás uno de los países más enigmáticos y aislados del mundo. Sus costumbres y tradiciones, aunque profundamente arraigadas en la rica historia coreana, han sido moldeadas y, en gran medida, definidas por el régimen político establecido tras su fundación en 1948. Lejos de ser una simple preservación de las formas ancestrales, la cultura norcoreana es un intrincado entramado de folklore tradicional, reinterpretaciones históricas y, sobre todo, una ferviente devoción a la ideología Juche y a la familia Kim.
La comprensión de las costumbres de Corea del Norte requiere contextualizar su evolución a partir de la ocupación japonesa, que dejó una profunda cicatriz en la identidad nacional, y la posterior Guerra de Corea, que consolidó la división de la península y la necesidad percibida de proteger su cultura de influencias externas. El país ha construido una narrativa de autosuficiencia y resistencia, que se manifiesta en todas las facetas de la vida cotidiana, desde las artes hasta las prácticas sociales. Este compromiso con la identidad propia, sin embargo, se ha visto acompañado de un control estatal omnipresente que limita severamente la expresión individual.
Este artículo pretende ofrecer una inmersión profunda en las peculiaridades culturales de Corea del Norte, explorando cómo las tradiciones ancestrales se mezclan con la propaganda política, y cómo la ideología Juche ha permeado cada aspecto de la vida social y artística. Examinaremos el papel del arte, la música, el cine y la literatura como herramientas para la educación ideológica y la consolidación del poder, y cómo estas manifestaciones culturales reflejan el culto a la personalidad que rodea a sus líderes.
Influencia Histórica y Juche
La base de la cultura contemporánea de Corea del Norte reside en la cultura tradicional coreana, con sus valores confucianos de jerarquía, respeto a los ancianos y énfasis en la colectividad. Sin embargo, la historia reciente del país ha ejercido una influencia igualmente significativa. La ocupación japonesa (1910-1945) provocó un fuerte sentimiento nacionalista y un deseo de preservar la identidad cultural coreana frente a la imposición de la cultura japonesa. Tras la liberación, y especialmente con la creación de la República Popular Democrática de Corea, este deseo se tradujo en una política de autosuficiencia cultural.
La clave para entender la cultura norcoreana es la ideología Juche, proclamada por Kim Il-sung en la década de 1960. Juche, que se traduce aproximadamente como "autosuficiencia", enfatiza la independencia en todos los ámbitos: político, económico y cultural. En el ámbito cultural, la ideología Juche promueve la creatividad y el poder productivo de la clase obrera, instando a los artistas y escritores a crear obras que reflejen los valores socialistas y el espíritu revolucionario. Se busca la inspiración en el pasado, pero filtrada a través de la lente de esta ideología, suprimiendo cualquier elemento considerado "reaccionario".
Esta influencia de Juche se manifiesta en la forma en que se aborda la historia y la tradición. Se celebra el heroísmo de los antepasados que lucharon contra la opresión extranjera, y se reinterpretan los mitos y leyendas para que reflejen los valores socialistas. El folklore coreano se utiliza como fuente de inspiración, pero se le infunde un nuevo significado, enfatizando la importancia del colectivo y la lealtad al líder. La búsqueda de una identidad cultural “pura” se convierte entonces en una herramienta política para legitimar el régimen y su visión del mundo.
Arte como Herramienta Ideológica

En Corea del Norte, el arte no se considera una expresión libre, sino una herramienta poderosa para la educación ideológica y la movilización política. Todas las formas de arte – pintura, escultura, música, danza, teatro – están al servicio del Estado y del Partido de los Trabajadores de Corea (PTC). Su propósito principal es inculcar la ideología Juche, glorificar al "gran líder" y sus sucesores, y promover la reunificación coreana bajo los términos dictados por el régimen. Esto significa que los artistas no tienen la libertad de elegir sus temas o estilos; deben seguir las directrices establecidas por el Estado.
Los temas comunes en la expresión cultural norcoreana incluyen el martirio durante la lucha revolucionaria, la felicidad de la sociedad socialista, la grandeza del líder y el progreso del país. Las obras de arte están diseñadas para inspirar patriotismo, lealtad y devoción al Partido. Esta ideología se transmite mediante representaciones heroicas de soldados, trabajadores y campesinos, así como a través de retratos idealizados de la familia Kim. El estilo artístico es generalmente realista, con un énfasis en la precisión y el detalle, pero siempre al servicio de un mensaje político claro.
Una manifestación particular de este control ideológico es el uso de "escuadrones de propaganda de arte" que viajan a las provincias para realizar presentaciones culturales. Estos espectáculos, que combinan música, danza y teatro, tienen como objetivo llevar el mensaje del régimen a las masas. El arte se convierte en una forma de comunicación directa, un medio para reformar las conciencias y reforzar la cohesión social. El arte es considerado un derecho exclusivo de la nación y debe ser la única forma de expresión artística.
Control Estatal de la Cultura
El Estado y el Partido de los Trabajadores de Corea (PTC) ejercen un control absoluto sobre la producción cultural en Corea del Norte. Organizaciones como el Departamento de Propaganda y Agitación y el Departamento de Cultura y Artes son responsables de supervisar y dirigir todas las actividades artísticas y literarias. Los artistas y escritores deben ser miembros de la Unión de Artistas de Corea, una organización estatal que certifica su fidelidad al régimen. La libertad de expresión es prácticamente inexistente, y cualquier obra que se considere crítica con el gobierno o que cuestione la ideología Juche es severamente censurada o prohibida.
La falta de acceso a influencias culturales foráneas es otra característica distintiva del sistema cultural norcoreano. Se imponen restricciones estrictas a la importación de libros, música, películas y otras formas de entretenimiento. La población tiene poca o ninguna exposición a la cultura occidental, y la información sobre el mundo exterior está fuertemente controlada. Esta política de aislamiento cultural tiene como objetivo proteger a la población de ideas consideradas "peligrosas" o "decadentes", y reforzar la lealtad al régimen.
Este control se extiende incluso a la vida privada. La elección de nombres para los niños, la ropa que se usa y la música que se escucha están sujetos a la aprobación del Estado. Se promueven estilos y temas considerados la única expresión del espíritu de la nación coreana, tomando de lo mejor del pasado, pero reinterpretado según las exigencias ideológicas del régimen. Esta omnipresencia del control estatal crea un ambiente cultural sumamente homogéneo y restrictivo.
Música y Ópera Revolucionaria

La música en Corea del Norte está profundamente entrelazada con la política. Las canciones folklóricas coreanas tradicionales se han adaptado y transformado para incluir temas revolucionarios y glorificar al líder. Las composiciones originales suelen ser himnos patrióticos que ensalzan la grandeza del país, la sabiduría del líder y la felicidad del pueblo. La música se utiliza como una herramienta para la educación social y para fortalecer el espíritu colectivo. Himnos como "Larga Vida y Buena Salud al Líder" y "Diez Millones de Bombas Humanas para Kim Il Sung" son ejemplos paradigmáticos de esta propaganda musical.
Las "óperas revolucionarias" son una forma de arte particularmente importante en Corea del Norte. Estas óperas, basadas en las óperas tradicionales coreanas (ch'angguk), narran historias de heroísmo, sacrificio y lealtad al Partido. A menudo, presentan personajes que luchan contra la opresión extranjera o que se dedican a la construcción del socialismo. La música y la letra de estas óperas están diseñadas para inspirar emociones fuertes y para reforzar la ideología Juche. La ópera en Corea del Norte es una poderosa herramienta de comunicación ideológica y un espectáculo masivo que involucra a cientos de artistas.
Además de las óperas, la música instrumental y la danza también se utilizan para promover la ideología del régimen. Las orquestas y los grupos de danza estatales realizan presentaciones regulares en todo el país, y sus espectáculos suelen incluir coreografías complejas y elaborados vestuarios. La música y la danza se utilizan para crear un ambiente de entusiasmo y devoción al líder, y para promover un sentido de unidad nacional. La música popular, fuera del control estatal, es prácticamente inexistente.
Cine y Propaganda
El cine es considerado en Corea del Norte "el más poderoso medio para educar a las masas". Todas las películas son producidas por el gobierno y están diseñadas para promover la ideología Juche, glorificar al líder y movilizar a la población. Las películas suelen narrar historias de heroísmo revolucionario, sacrificio personal y la lucha contra el imperialismo. Es raro encontrar películas que no tengan un mensaje político claro. La producción de cine es un asunto de estado y, por lo tanto, está sometida a un estricto control ideológico.
Películas como "An Jung-geun dispara a Ito Hirobumi," que cuenta la historia del asesino que mató al Residente-general japonés en 1909, son ejemplos de cómo el cine se utiliza para reinterpretar la historia y promover el nacionalismo. Esta película se enfoca en la importancia de un liderazgo unificado y en la valentía de un patriota que luchó contra la opresión extranjera. Otras películas populares incluyen dramas históricos, películas de guerra y comedias que presentan personajes estereotipados que encarnan los valores socialistas.
El acceso a películas extranjeras es extremadamente limitado. Solo se muestran películas aprobadas por el gobierno, y estas son cuidadosamente seleccionadas para evitar cualquier influencia negativa. El cine se convierte en una herramienta para moldear la percepción de la realidad en la población y para reforzar la narrativa oficial del régimen. Incluso los festivales de cine son ocasiones para exhibir películas que promueven el mensaje y los valores del gobierno.
Literatura al Servicio del Régimen

Al igual que otras formas de arte, la literatura en Corea del Norte está al servicio del Estado y del Partido. La literatura debe reflejar la ideología Juche, glorificar al líder y promover la construcción del socialismo. Los escritores están sujetos a una estricta censura y deben seguir las directrices establecidas por el Departamento de Propaganda y Agitación. La libertad creativa es prácticamente inexistente, y cualquier obra que se considere crítica con el gobierno o que cuestione la ideología Juche es severamente reprimida.
Kim Il-sung se describía a sí mismo como un escritor de "obras maestras clásicas", y sus novelas son considerados "prototipos y modelos de la literatura Juche." Estas obras, que narran la lucha contra el imperialismo japonés y la construcción del socialismo, son obligatorias en los programas educativos. La literatura se utiliza para transmitir los valores del régimen a las nuevas generaciones y para inculcarles un sentido de lealtad al líder.
La poesía, el teatro y los cuentos también se utilizan para promover la ideología Juche. Los cuentos de hadas tradicionales han sido transformados para incluir temas revolucionarios y para glorificar a la familia Kim. El teatro suele representar obras que exaltan el heroísmo de los soldados y trabajadores, y que promueven la unidad nacional. La literatura, en Corea del Norte, es una herramienta para la propaganda y para la movilización política.
Las costumbres de Corea del Norte son, en última instancia, un reflejo de la compleja interacción entre la tradición coreana y el control estatal omnipresente. Si bien la cultura norcoreana conserva elementos de su rico pasado, estos han sido reinterpretados y moldeados por la ideología Juche y por el culto a la personalidad. El arte, la música, el cine y la literatura se han convertido en herramientas poderosas para la propaganda y la movilización política, y la libertad de expresión es prácticamente inexistente.
Comprender la cultura norcoreana es crucial para comprender a este país aislado y su visión del mundo. Es importante recordar que las tradiciones de Corea del Norte, aunque profundamente arraigadas en la historia, están sujetas a un control político riguroso. El aislamiento del país y la falta de acceso a influencias externas han creado un ambiente cultural único y restrictivo.
A pesar de las limitaciones impuestas por el régimen, la cultura norcoreana sigue siendo una expresión de la identidad nacional y de la resistencia a la opresión extranjera. La fascinación por las costumbres de Corea del Norte persiste, impulsada por el deseo de comprender un mundo tan diferente y aislado del nuestro, y por el anhelo de vislumbrar la realidad detrás de la cortina de propaganda.
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